La tormenta Trump y la crisis de inseguridad en México

Yo no sé usted, querido lector(a), pero estoy preocupado. En pocos días, muy pocos, Donald Trump asumirá como el presidente número 47 de los Estados Unidos. Esto marcará, sin duda, el inicio de un periodo turbulento para política de la principal potencia mundial, para las relaciones internacionales y, por supuesto, para México. Nunca como ahora, la famosa frase de Alan Riding, tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos, parece una sombría premonición de lo que nos espera en los próximos años. 

Hay numerosos temas preocupantes en la agenda bilateral,que Donald Trump ha puesto sobre la mesa mediante declaraciones estridentes y amenazas directas: El tema comercial, con la posibilidad de imponer aranceles o renegociar el T-MEC; la migración, con la amenaza de deportar a más de un millón de connacionales en su primer año de gobierno; y la seguridad, tema donde no solo inquietan las declaraciones de Trump, sino también, inquietael alarmante contexto de violencia e inseguridad en México en los últimos años.

Porque, seamos objetivos y claros: la política de “abrazos,no balazos” fracasó. Fracasó tanto que hoy el país enfrenta, como hace seis y como hace doce años, una crisis de violencia e inseguridad sin precedentes, con tasas altísimas de homicidios y desapariciones, con índices inimaginables de extorsión, con vastas extensiones del territorio nacional bajo el control de grupos armados y, por si no fuera suficiente, con escenarios de conflicto armado en Sinaloa, Chiapas, Guanajuato. De hecho, según la prestigiosa plataforma de análisis Armed Conflict Location & EventData México fue catalogado en 2024 como el cuarto país con los conflictos armados más graves a nivel mundial, solo superado por Palestina, Myanmar y siria. 

En ese contexto, preocupan las declaraciones de Donald Trump y las acciones en los últimos meses del gobierno estadounidense. Preocupan el secuestro, o el operativo secreto, para capturar a uno de los principales capos de Sinaloa. Preocupan las pretensiones de declarar a los grupos criminales mexicanos como organizaciones terroristas internacionales. 

Preocupan también las filtraciones intencionales sobre planes para lanzar una “invasión suave” a México con el objetivo de erradicar a los cárteles. Preocupan las narrativas que describen a México como un país gobernado por cárteles y preocupa que lo responsabilicen por problemas internos de Estados Unidos como la crisis de salud pública derivada del consumo de fentanilo. 

Frente a este panorama, queridos lectores(ras), México ha comenzado a prepararse para enfrentar el reto de la inseguridad y el desafío que representa la tormentatrumpista. Hay algunas señales positivas, como las modificaciones legales a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, que le otorgan nuevas facultades, la consolidan como la entidad coordinadora de la seguridad pública nacional y a su titular, el secretario Omar García Harfuch, como una especie de “súper policía”. 

Sin embargo, este primer intento tendrá que superar enormes resistencias e intereses, todo esto en un contexto de enorme presión política por parte de Trump.

La gran pregunta es: ¿Serán suficientes los cambios en la estrategia de seguridad para salir de la crisis? ¿Podremos derrotar a los generadores de violencia, desarticular las bandas delictivas, recuperar el control del territorio nacional, reducir los homicidios dolosos, las extorsiones y las desapariciones, profesionalizar las policías civiles estatales y municipales, y terminar con la impunidad antes de que Donald Trump tome sus primeras acciones unilaterales contra México? 

Me reservo mi respuesta, querido lector(a), aunque intuyo que usted ya la conoce.

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