La trampa económica de las remesas: el impuesto de Trump
En 2024, las remesas enviadas por los migrantes mexicanos alcanzaron los 65 mil millones de dólares, reafirmando su importancia como un pilar económico para México. Este monto, que representa el 18% del ingreso anual de los migrantes en Estados Unidos, subraya el sacrificio de quienes trabajan lejos de casa para apoyar a sus familias. Sin embargo, esta conexión vital está bajo amenaza con la propuesta del presidente electo Donald Trump de imponer un impuesto del 10% a las remesas.
Un impuesto regresivo enmascarado como política migratoria
La propuesta de Trump busca financiar políticas de seguridad fronteriza y deportaciones, pero su implementación tendría un efecto devastador. Gravar las remesas con un 10% reduciría directamente el ingreso disponible para millones de familias mexicanas. Esto equivaldría a una pérdida anual de 6,500 millones de dólares, recursos que actualmente se destinan a cubrir necesidades esenciales como alimentación, educación y vivienda.
Más allá del impacto económico, esta medida desestima el costo emocional y social para los migrantes. Enviar remesas ya implica enfrentar altos costos de transacción: mientras que servicios tradicionales cobran entre 14 y 25 dólares por envío, opciones como la Financiera del Bienestar han demostrado que es posible operar con tarifas más justas, de apenas 3.9 dólares.
El impacto geopolítico y económico
El impuesto de Trump no solo afectaría a las familias receptoras en nuestro país, sino también a las relaciones bilaterales. Las remesas son una fuente crucial de divisas para México y representan un flujo económico estabilizador que, de ser interrumpido, podría desencadenar una crisis de consumo en regiones altamente dependientes de estos recursos.
Desde el lado estadounidense, desincentivar las remesas podría provocar un aumento en las transferencias informales, abriendo la puerta a riesgos como el fraude y el lavado de dinero. Además, esta medida podría tensar las relaciones diplomáticas y comerciales en un momento crítico para la región.
Una llamada a la cooperación, no al castigo
El mercado de las remesas requiere reformas, pero no en la dirección que plantea Trump. En lugar de penalizar a los migrantes, es necesario trabajar en la reducción de las comisiones abusivas y en la implementación de políticas que garanticen la seguridad y eficiencia en las transferencias. Asimismo, una política migratoria que valore las contribuciones económicas y sociales de los migrantes fortalecería tanto a Estados Unidos como a México.
Las remesas no son solo cifras; son actos de solidaridad que conectan a familias divididas por fronteras. Gravar esta línea de vida económica no solo es una decisión miope, sino también una injusticia para quienes mantienen a dos economías con su esfuerzo. Proteger este flujo no es solo sensato desde un punto de vista económico; es un acto de humanidad.
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