Milei Presidente
Tras una campaña polarizada por dos facciones ideológicas completamente contrarias, el domingo pasado, los argentinos eligieron a quien será su nuevo presidente: Javier Milei. El triunfo de Milei se da tras una segunda vuelta electoral, forma de participación democrática que en México no contamos, pero que se ha convertido en algo bastante común en muchas democracias, particularmente en Hispanoamérica.
¿Qué estaba en juego en Argentina? La continuidad del peronismo-kirchnerismo o un cambio de timón radical. Desde el oficialismo el candidato era Sergio Massa, quien se había desempeñado como Ministro de Economía de su país, gente de toda la confianza del actual presidente Alberto Fernández, cuyo gobierno tiene a la economía argentina sumergida en una inflación del 120%.
El candidato opositor, Javier Milei, un hombre disruptivo que con un discurso fuera de los cánones políticos y por supuesto alejado de cualquier corrección política, ajeno a lo que se conoce como “establishment”, hizo ver su suerte a un grupo político socialista que gobierna Argentina desde hace 20 años
En los últimos días, aquí en México, las redes sociales se han inundado de comentarios tanto a favor como en contra de Milei, algo que es completamente entendible desde el punto de vista de que se trata de un personaje completamente polarizante. No obstante, es importante tener en cuenta, que el querer comparar a alguien como Javier Milei con actores políticos mexicanos, así como querer asimilar la realidad política de argentina con la mexicana, es caer en un error.
La realidad histórica, social y política de Argentina no tiene nada que ver con la realidad histórica, social y política que vivimos y hemos vivido en México. Y aunque si bien es cierto, que, al hablar de geopolítica, es a veces simple entender al mundo entre la izquierda y la derecha, las circunstancias políticas de cada nación son mucho más complejas.
Soy de la idea de que lo que llevó a Javier Milei a ganar la presidencia de Argentina, se centra en el voto de castigo en contra de un sistema económico e ideológico que dejó de funcionar, o que quizás nunca funcionó. Lo curioso de todo esto radica en que un personaje como Milei, con un discurso populista y simplón, no representa una verdadera esperanza, solamente un cambio de rumbo enclavado en la incertidumbre.
Por mero sentido común y por conocimiento histórico, todo personaje con un discurso totalitario e incendiario no puede llevar a nada bueno, ya sean liberales o conservadores; todos los excesos y más ideológicos son malos y aún peor cuando tienen tintes mesiánicos.
De tal suerte que su triunfo electoral no se debió a un voto racional de los argentinos, creo yo, que el pueblo argentino se decantó de Milei por ser la única opción viable para sacar del poder al partido gobernante, artífice de un movimiento político que ha gobernado en aquel país, como ya le decía, por 20 años.
Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión