Mitomanía presidencial
La abogada Violeta Arciego, quien fuera directora de Derechos de la Infancia en el Ministerio de Asuntos Sociales en España, y activista en materia de Defensa de Derechos Humanos, produjo un texto hace tiempo, en el que hablaba de una situación que me parece perfectamente aplicable en nuestro país.
En una opinión dada a zona crítica, hablaba de los defectos y efectos, que tiene en una sociedad normalizar la mentira absoluta. Señala que mientras se normaliza la mentira absoluta, se normalizará el acoso, la violencia, hacia supuestos traidores, apoyando con ello la radicalización de extremistas de izquierda y de derecha, a los que no les hace falta gritar en las esquinas, pues tienen perfectamente acceso a diferentes medios de comunicación.
Molestan, señala, las voces que nombran las verdades que con tanto esfuerzo se tratan de glorificar desde su génesis, es decir, desde su propio inicio. Molestan a quienes abrazan la mitomanía patriótica que se construye a base de hazañas, héroes y relatos de grandeza, gran parte de los ciudadanos siempre ha vivido con las narraciones de esa mitomanía, ante la cual, no cabe manifestar otra cosa distinta, es la absolutización de la memoria histórica común, la historia construida es la historia verdadera, y es impensable plantear la inhabilitación de ese relato mitómano, para analizar la realidad desde los hechos, desde las voces de las víctimas, desde la lógica de los derechos humanos. La historia construida no cabe en ella la rendición de cuentas de quienes desde su posición de poder hicieron de la impunidad su bandera, o más bien, usaron la bandera para garantizar su impunidad.
¿Qué verdad, señala la doctora Aciago, que puede ser, les decía yo, francamente transmisible a la realidad mexicana? No cabe duda que estamos frente a una mitomanía en la presidencia de la república, así lo han venido analizando diversos medios de comunicación, principalmente el laboratorio de análisis de SPIN, consultorio de asesoría, que ha señalado reiteradamente las mentiras en que incurre el presidente de la república al señalar diversos aspectos de la vida pública del país, pero, también es cierto como señala la autora, que en esta historia construida, en estas mentiras vividas el día a día en la mañana, tampoco hay una efectiva rendición de cuentas, y que desde la posición de poder, se imponen las ideas para que todos creamos que las cosas están ocurriendo, sino, veamos lo que ocurre con nuestro sistema de salud como el de Dinamarca, con nuestra terminal aérea alterna a un Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, con la finalización de la crisis de protección civil en Acapulco, cuando todavía sabemos que no solamente es en Acapulco, sino esa ciudad y otras regiones de Guerrero que sufren, aún hoy, lo que fue el huracán Otis, también vemos esta pretensión de solucionar con una macro farmacia, ahora en manos de los militares, la logística de distribución de medicamentos en el país, otro proyecto destinado al fracaso, como puede ser la sostenida verdad mentirosa o historia construida de que el Tren Maya no destruye la naturaleza y el medio ambiente de la Península de Yucatán, claro que la destruye.
Estamos, entonces, normalizando todas estás mentiras que empiezan a ser una historia radical narrada desde la construcción de los órganos de poder, que los mexicanos no podemos tolerar.
Lamentablemente, el continuismo se empieza a avizorar con la candidatura de la señora Sheinbaum, pues no es otra cosa más que la repetición, sin crítica o autocrítica, de la historia construida desde el púlpito presidencial.
Los mexicanos tenemos que tener mucho cuidado en este proceso de campaña, precampañas y luego campañas electorales que empezamos a vivir, pues vamos a ver justamente cómo desde las estructuras de poder, desde la imposición que se hace en las mañaneras, la historia construida pretenderá presentarse a los mexicanos como la historia verdadera. No nos dejemos engañar, no hay tal historia, la reconstrucción, la reversión y la regresión de las instituciones es palpable, hemos perdido calidad de vida ciudadana, hemos perdido calidad de vida democrática, se denota a todo aquel que opine distinto al presidente de la república, se le ofende, se le vincula a extraños mecanismos y complot que pueden dañar a la sociedad mexicana, se pisotean las vidas y los cuerpos de millones de mujeres, niñas, niños y hombres, dentro y fuera de las fronteras, violando gravemente su vida y su integridad, entre otros muchos derechos. No dejemos, pues, que esta historia construida, que en realidad es una historia de mentiras, trascienda la realidad de México. Sepamos tener objetividad a la hora de ver lo que está ocurriendo en nuestro país y no permitamos su destrucción.
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