Opereta en la Monumental
Los taurinos sabemos de pasiones, la fiesta solía despertarlas, más aún, me parece propio de las personas apasionarse y, de alguna forma resulta sano, defender a capa y espada sus aficiones. A cuerpo limpio aguantar las embestidas de los adversarios y desviar las cornadas hurtando el cuerpo. Es preocupante, sin embargo, que los partidarios lleven su pasión a grados patológicos, en donde confunden una creencia con un dogma, una visión ética con un compromiso y un gusto con una razón de vivir. Muchos comentarios en las redes sociales ponen de manifiesto esa patología, personas que se alegran porque un ser humano resultó herido gravemente en el ejercicio de su profesión y su gusto, lícitos. Como decía el estoico Epicteto, antes de presentarte ante el tribunal de la ley preséntate ante el de tu conciencia. ¿Quién tirará la primera piedra?.
Bochornosa me resultó toda la puesta en escena para el dizque blindaje de la fiesta brava, soy taurino y estoy plenamente consciente de que todo lo humano es perecedero y de que la Fiesta es una supervivencia extraña, bella y anacrónica, pero la defenderé y promoveré siempre, porque antes que nada estoy convencido que nadie tiene derecho a imponer a otro, considerar que es más moral castrar a una mascota o arrancarle las uñas y disfrazarla y tratarla como bebé que ver la lucha en veinte minutos, luego de una vida de cuatro años, de un animal nacido y criado para preservar su instinto. Nadie debe imponer a otro una visión moralina, los límites son naturales y no forzando la naturaleza. La verdadera naturaleza es tratar a los seres conforme con su naturaleza dijo Aristóteles.
Pero la opereta de ayer en la plaza de toros, fue mas lamentable que el desfile artificial del otro día, con un patrocinador que movió taxis, regaló playeras, distribuyó pañuelos y brazalates, facilitó transporte y aparatos de sonido, preparó el show en la cámara de diputados, y dio el foro para que los desconocidos legisladores se airearan, todo para salir con domingo siete, un texto malescrito, confuso, anfibológico y fallido. Y ayer, además de la pintada del ruedo y el tablero de avisos de la muleta de Diego, hasta el Ejército Mexicano participó, lástima, por eso se les pierde el respeto.
La corrida de ayer, con todo y lo pasalón y dadivoso del juez y sus hace sores, me hace pensar que preservar este espectáculo no merece la pena.
Es todo por hoy, hasta una próxima...si la hay.
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