Perspectiva: Cómo conseguir el agua de Solís
Los mercadólogos de Costco son unas fieras. Para introducir cualquier producto, sobre todo de comida, dan a probar en las tiendas. A los antojadizos, que probamos de todo, eventualmente nos venden el producto. Las tiendas de León son máquinas de venta y de hacer dinero gracias a la tecnología invisible que tienen. Un ejemplo sencillo: los lugares de estacionamiento son más anchos que los de la competencia.
El tema de dar más y dar a probar nos lleva a una reflexión sobre eso. Me llevó a una conclusión sobre el agua para nuestras ciudades. Desde que nació el proyecto de El Zapotillo, los jaliscienses se opusieron a que el embalse ubicado en Temacapulín fuera para beneficio de las ciudades y no de los lugareños. El proyecto fracasó cuando Andrés Manuel López Obrador, quien odiaba a Guanajuato, decidió entregar el caudal a Guadalajara.
Para traer agua desde la presa de Solís a los municipios del corredor industrial, se necesita convencer a los agricultores del Distrito 011 de riego. Son los beneficiarios del embalse, del agua que pertenece originalmente a la nación . Ellos, con justificada razón, tienen miedo de que, al dividir el caudal, puedan verse afectados, sobre todo en tiempos de sequía.
El remedio planteado consiste en tecnificar la tierra y elevar los rendimientos mediante riegos tecnificados. Eso traería mejores ingresos y elevaría la producción por hectárea que tienen hoy. Las 115 mil hectáreas del Distrito 011 no pueden tecnificarse de un solo golpe. La promesa es empezar con 20 mil hectáreas.
Lo que pudiera hacer el gobierno federal, de la mano del estatal, sería comenzar de inmediato la tecnificación de algunas tierras. Las primeras serían la muestra; la “probadita” que todos los demás verían con sana envidia. Tomará más tiempo del planeado pero el resultado será mucho mejor: nadie se opondría a la bondad de cosechar más y mejor.
La tierra tecnificada puede producir un número muy superior de productos y cosechas que el riego rodado tradicional. El agua se aprovecha mejor y la fertilización puede surtir efecto cuando se hace por goteo. Florecerán los invernaderos y la agricultura orgánica; la diversificación traería más oportunidades, como ha sucedido con los arándanos y los pimientos.
Hay que enamorar a los agricultores con hechos. Darles la zanahoria antes de prometerles que no les faltará agua. Es un programa que puede llevarse de la mano de los líderes del Distrito 011.
Hemos esperado tres décadas para tener un proyecto listo que aporte agua a futuras generaciones. La población se estabilizará en 10 años, cuando el país deje de crecer. Sí, aunado a la tecnificación del campo, se adoptan tratamientos de agua para darle más vueltas al volumen que usamos; si se logra una mayor eficiencia en la distribución, con menos fugas, no estaremos lejos de la suficiencia.
También debemos hacer conciencia de que las urbes no son el mayor problema, sino el desperdicio de agua en las siembras tradicionales. El maíz blanco, el sorgo y el trigo no son cultivos que se deban alentar en el Bajío. Su valor agregado es mínimo comparado con el de las hortalizas. Al menos el 80% del agua que utilizamos va a la agricultura, un 5% a la industria y el resto al uso urbano.
Otro tema importante es no permitir que Jalisco nos haga la vida cansada. Obtuvieron agua en exclusiva de El Zapotillo; no tienen por qué pedir más.
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