Perspectiva. El estigma de las y los ateos
¿Está bien que Claudia Sheinbaum vaya al Vaticano a platicar con el Papa si sus raíces son judías y ella ha manifestado que no tiene religión? Veamos:
Por ejemplo, un ateo o atea tienen las más bajas probabilidades de llegar a la presidencia de los Estados Unidos. La empresa de encuestas Gallup realizó en 2019 un sondeo sobre la popularidad de candidatos de diferentes razas y creencias para contender por la Casa Blanca. El 95% de los norteamericanos aceptan a un candidato afroamericano, si es mujer un 94%, si es judío 93% si es gay o lesbiana baja a un 73%. A los ateos los ubican en el sótano con un 60% de aceptación.
La tradición religiosa en la primera democracia de América tiene profundas raíces. “In God we Trust”, dice su moneda. Cuando toman posesión, los presidentes juran cumplir con la mano sobre una biblia, a pesar de que James Madison enmendó la temprana Constitución con la libertad de creencias, de expresión y de asociación.
En el Senado solo ha habido un ateo, Peter Stark, de California. Los agnósticos, escépticos y ateos apenas llegan al 5% de la población. Por eso, quienes participan en política son o fingen ser creyentes o miembros de una denominación religiosa para no perder electores.
En cambio, México tiene un gobierno secular, con el respeto a creencias y costumbres, siempre que cumplan con las leyes civiles. Esta tradición viene desde Benito Juárez y se afianzó después de la Revolución. Carlos Abascal, quien fuera secretario de Gobernación con Vicente Fox, quiso cambiar las cosas y puso imágenes de la Virgen de Guadalupe en paredes de oficinas de funcionarios. No trascendió.
El mismo expresidente Fox quiso discriminar a Claudia Sheinbaum por “ser judía”. Su tuit no fue bien recibido, incluso la propia opositora Xóchitl Gálvez reprobó esa palabra como insulto. Eso no quiere decir que el tema religioso quede fuera de la contienda. Germán Martínez, quien fuera electo senador por Morena, ahora distanciado de ese partido, argumenta que la visita de Sheinbaum al Vaticano y su conversación con el Papa Francisco son una hipocresía.
Los conservadores más radicales usarán, sin lugar a dudas, la secularidad, agnosticismo o ateísmo de Claudia como arma política. Bien dijo la propia candidata al Papa: provengo de un pueblo mayoritariamente católico. Si quiere representar a los mexicanos no está mal que tenga una relación cordial con la Santa Sede. Pero todos comprendemos que no quería quedar atrás de Xóchitl Gálvez y que, si bien no busca recibir bendiciones divinas de manos de Francisco, ni le pidió que rezara por ella, si quiere la simpatía de los católicos mexicanos al retratarse en el Vaticano. Lo que nos pareció fuera de lugar fue cuando apareció con una imagen de la Virgen de Guadalupe en su vestimenta. Fue un exceso.
Carlos Salinas de Gortari reconoció al Vaticano y a las iglesias porque antes estaban en el limbo legal, una herencia del pensamiento positivista decimonónico. Salinas quitó los fingimientos.
El primer Papa que vino a México fue Juan Pablo II. Tuvimos el evento religioso más importante de nuestra historia en 1979. José López Portillo lo recibió como jefe de estado, pero pronto comprendió que no tenía nada que hacer frente a la estatura del líder más querido en la historia nacional. “México siempre fiel”, fue la frase inmortalizada junto con la hermosa canción “Amigo”. Vaya recuerdos.
**Si eres creyente, ve a misa el domingo 2 de junio, pero primero ve a votar**
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