Perspectiva. Hipocresía populista
“Que se haga el comunismo en las gallinas de mi compadre”
Refrán popular
El tiempo muestra el verdadero rostro de los políticos, sus valores y defectos por igual. Uno de los casos más patéticos es la incongruencia entre lo que se dice y hace. Gerardo Fernández Noroña, senador del PT, adquirió una SUV Volvo C90 de más de un millón 600 mil pesos, la VAN familiar de la más alta gama de la fabricante sueca.
El hombre se dice de izquierda y pregona las virtudes de los sistemas socialistas de Latinoamérica, lo mismo de Cuba o Venezuela. Al igual que su colega Yeidckol Polevnsky, muestra simpatía por dictaduras tropicales. En los hechos son consumados burgueses aspiracionistas. Fernández Noroña va a Nueva York de paseo al igual que a Las Vegas. En sus gustos pequeño-burgueses se encanta con las luces de la gran ciudad y sus placeres. Jamás viviría en Venezuela y menos en Cuba. Polevnsky guarda autos de lujo en su casa y usa bolsas francesas e italianas de marca mientras predica el ideal cubano de igualdad.
Las costumbres de la clase política del PRI o del PAN, no cambiaron entre los funcionarios de la 4T y salen a la luz pública no obstante su hipocresía. No pueden ocultar su vida en la opulencia a costa del erario. Lo vimos con los viajes de la familia del secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval, que disfrutó Europa en los mejores hoteles y restaurantes de Italia. Incluso con la contratación de un vagón exclusivo para un traslado dentro de ese país.
Lo vimos con la Casa Gris de Houston, habitada por el hijo del presidente López Obrador en Houston y sus viajes a los mejores destinos turísticos de Estados Unidos como Aspen, en Colorado, en hoteles de seis estrellas como el St. Regis. El propio presidente, si nos fijamos, viste con una variedad de trajes y corbatas que ni Obama tiene. Alguien le contabilizó más de 30 guayaberas distintas. Eso no está mal. Es el presidente de México. Lo malo es decir que vive con 130 mil pesos al mes. Lo peor es predicar la austeridad juarista cuando se vive en un palacio, protegido y atendido por decenas de guardias y sirvientes.
En la naturaleza humana está luchar por una vida mejor. Cuando reprimimos las aspiraciones individuales en favor de las colectivas con una pretendida búsqueda de la igualdad absoluta, pasa lo que en Cuba y Corea del Norte: un puñado de burócratas o militares someten a punta de fusil a todos los demás con sus falsedades ideológicas.
Cómo predicar desde el poder la igualdad y la austeridad en las gallinas del compadre mientras la alta burocracia vive igual que los de antes. El ataque a los ministros de la Corte no es por presunta corrupción o incapacidad sino por la supuesta “inconstitucionalidad” de ganar más que el presidente.
Tan sólo ver cómo gastan los precandidatos de Morena en anuncios, bardas y propaganda, muestra el nivel de acceso que tienen a fondos públicos y privados a su disposición. Ahí de verdad no hay austeridad.
Poner anuncios carreteros de 15 o 20 mil pesos mensuales, multiplicado por cientos en todo el país vale una fortuna de 20 o 30 millones mensuales. ¿Quién los paga? Si son los propios empresarios dueños de los “billboards” o espectaculares, es una aportación ilegal. Si son amigos que apoyan “la causa”, lo único que hacen es sembrar la semilla de futuros negocios y contratos.
Fernández Noroña, en tono cínico, dice que pagó la Volvo C90 con su dinero y nadie tiene por qué pedirle cuentas. La señora congruencia se lo pide.
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