Perspectiva: Historia de dos islas

 

¿Hacia dónde debe ir México para crecer y cumplir los sueños de ser un país desarrollado?¿Cuál debe ser la estrategia que triunfe sobre la gran desigualdad y pobreza no superadas?¿Dónde está la respuesta para las generaciones del futuro?


Son preguntas que nos hacemos desde hace medio siglo, que muchas veces están en el aire o son contestadas con la miopía de ideologías radicales, sean de izquierda o de derecha. Comienzo con este borrador la comparación de dos naciones, una cercana a nuestro suelo e historia colonial: Cuba. Otra lejana y variopinta, hija de la cultura y las leyes británicas y la sabiduría asiática heredada de Confucio: Singapur.


Las dos islas comenzaron proyectos políticos y económicos distintos en 1959. Cuba y Singapur eran países del tercer mundo cuando la revolución de Fidel Castro triunfó sobre la dictadura de Fulgencio Batista y Singapur dejó de ser colonia de la Corona Británica cuando Lee Kuan Yew logró que Inglaterra declarara su independencia. Entonces Cuba tenía 6 millones de habitantes y Singapur 1.6 millones.


El próximo sábado 9 de agosto Singapur cumple 60 años como nación independiente. Lo celebrarán con una gran fiesta de desfiles, pirotecnia, juegos y eventos comunitarios en los diferentes barrios de la ciudad. SG60 tiene un himno anual que sirve para amalgamar las diferentes razas en una nación. También es una fiesta donde reafirman su estrategia de desarrollo económico basado en la formación de capital humano y de crecimiento de capital.


Después de 60 años el país es otro. Su población llega a los 6 millones en un espacio de 729 Km2, apenas el 60 % de la superficie del municipio de León. Su historia podría darse en números, en la inmensa riqueza que han generado a través del ahorro y la inversión privada y pública. De ser un país tercermundista dominado por Inglaterra, con un ingreso por habitante de 500 dólares al año, hoy vive en la abundancia. Tan sólo visitar la isla podemos descubrir de inmediato su infraestructura solo comparable con la de los Emiratos Árabes, países con miles de veces más recursos en energía (gas y petróleo).


Lo que produce la isla hace que el promedio de ingreso de cada ciudadano sea de 90 mil dólares anuales. Si medimos con la PPA o paridad de poder adquisitivo internacional, ese número llega a 141 mil dólares, solo superado por Luxemburgo. ¿Cómo logró esa ciudad-estado tanta riqueza si no cuenta con recursos naturales, si no tiene petróleo, agricultura o depósitos minerales, si importa el 92 % de la comida? ¿Cuál fue su receta para tener el pasaporte más poderoso del mundo, aceptado por 192 países?¿Por qué multimillonarios de todas partes invierten en su banca y en sus empresas?


Seis décadas de sabias decisiones, de una política pública de ahorro e inversión; de una determinación implacable de actuar en contra del crimen y la corrupción; de inversión incesante en educación e investigación y desarrollo en sus universidades; de apertura comercial y atracción de empresas; pero, sobre todo, de meritocracia que rinde grandes frutos porque solo los más capaces, los más competentes llegan a los puestos más altos.


Son cuatro generaciones de dirigentes que no sólo invirtieron en empresas públicas y privadas sino en infraestructura social como vivienda, salud y educación. Singapur no es un país igualitario ni pretende serlo, aunque lucha porque nadie se quede atrás, que todos tengan oportunidades y nadie sufra pobreza.


Aparte del avance económico hay logros extraordinarios: construyeron el mejor aeropuerto del mundo y la mejor línea aérea - Singapore Airlines- y una bellísima ciudad jardín, ejemplo de orden y limpieza. (Esto continuará)

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Enrique Gómez Orozco
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