Perspectiva. La potencia de la libertad

“La libertad no es una condición inmutable, es un proceso continuo”
Isaiah Berlin



Hay que escuchar o leer el discurso del nuevo presidente argentino Javier Milei para comprender el predicamento que tiene al frente. Su partido, “La libertad avanza”, es un buen nombre para comprender por qué ganó las elecciones a políticos representantes del peronismo.

Dice Milei que ningún gobierno había recibido al país como hoy, “sin plata”. Argentina proviene del latín “argentum”, plata. Milei recibió un país sin país o una nación quebrada.

¿Cómo fue que un país tan rico en territorio, recursos naturales y una población que tenía fama de ser la más educada de Latinoamérica cayó tan bajo?

Milei atribuye el fracaso económico al kirchnerismo de los últimos años y a un siglo de políticas económicas equivocadas. El libertario -más que ultraderechista- plantea un país posible a partir de una libertad expandida, donde la fuerza del individuo, su creatividad y potencia, no se vean coartados por un gobierno intrusivo, injusto y desleal.

Un ejemplo: todos los exportadores están atados a cuotas, impuestos y tipos de cambio definidos por el gobierno y no por los mercados. Están encadenados a la burocracia.

La inflación, que es un impuesto escondido en los precios, es culpa de la emisión de dinero chafa, obra del banco central, que estuvo al capricho del populismo y no de la realidad económica.

La intromisión del gobierno argentino en las libertades económicas dio al traste con todo. El peor neoliberalismo no hubiera destruído tanto como el populismo peronista que significa “dar mentiras confortables” al pueblo en lugar de verdades dolorosas como lo hizo el domingo Milei.

Un comentarista simpatizante del nuevo presidente decía que nunca había escuchado aplausos de la multitud a quien le decía que “no había plata”, que serán meses muy duros por el shock que viene.

Si la pérdida de la libertad genera tragedias como Cuba, Venezuela o Nicaragua, podemos creer que la potencia de la libertad es la única salida para Argentina. Para ganar la libertad hay que romper cadenas. En el caso de Latinoamérica esas cadenas fueron primero la colonia, luego los regímenes autoritarios de derecha e izquierda radical. La democracia auténtica es el ejercicio libertario de los ciudadanos sobre el estado. El pueblo manda, el mandatario obedece.

A Carlos Salinas de Gortari se le ocurrió una transformación semejante con buenos resultados. Cuando tomó el poder a finales de 1988, se encontró con alta inflación y un país que apenas exportaba. Sus medidas extraordinarias rompieron cadenas. Eliminó el ejido con todos sus lastres; privatizó empresas de gobierno y liberó nuestro comercio exterior con el enorme proyecto del TLC.

Fue la última vez que México creció un 25% en un sexenio. Bajó la inflación y mantuvo la estabilidad macroeconómica hasta que sufrimos el magnicidio de Luis Donaldo Colosio. Vino el presidente Ernesto Zedillo que amplió más las libertades y alentó la inversión privada.

Frente a nosotros y en vísperas de la campaña presidencial, tenemos dos opciones: una que tratará de disminuir nuestras libertades para entregarlas a quien quiere todos los poderes para sí,  para un sólo partido. La otra que confía en la potencia de la libertad, las legítimas aspiraciones individuales y el mérito personal.

Después de escuchar el discurso de Milei, estoy convencido de que tendrá éxito, que los argentinos pondrán todo para romper las cadenas del populismo, la corrupción y la violencia.

**Vota y romperás cadenas**

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión

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Enrique Gómez Orozco
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