Perspectiva. La revolución de Milei
El PRI vivió 70 años sembrando mitos en el país, muchos como el agrarismo terminaron hundidos por su propio peso cuando el presidente Carlos Salinas lo desterró. Uno de los cuentos más socorridos fue el del petróleo como patrimonio de todos los mexicanos. El general Lázaro Cárdenas utilizó su estatización para apuntalar su ideología de izquierda, para unificar al país con el “nacionalismo revolucionario”.
La historia perduró y fue retomada por el presidente López Obrador. El rollo es que los malos son los extranjeros quienes aprovechan nuestros recursos naturales para enriquecerse sin límites. Para Morena el petróleo es símbolo de “soberanía nacional”. Al paso del tiempo comprobamos el mito. La riqueza de las naciones no está dada por sus recursos naturales. El caso más dramático es Venezuela, país que está sentado sobre las reservas de gas y petróleo más grandes del mundo y vive en la pobreza.
En este sexenio los mexicanos gastaremos más de 1.2 millones de millones (billones) de pesos en apuntalar a Pemex. Más dinero que el gastado en destruir el aeropuerto de Texcoco, en construir el Felipe Ángeles, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Tulum. El cuerno de la abundancia se convirtió en un pozo sin fondo. Todo gracias al mito fundacional de Pemex.
El pragmatismo de Enrique Peña Nieto ayudó a liberar la inversión de particulares, pero la reforma se contrajo por el dogma renovado por Morena. El impulso de la apertura colapsó y hoy la producción de petróleo va a la baja. México es un importador neto de energía. Pagamos con el dinero de remesas y exportaciones la diferencia. No por ello el país es más pobre o menos soberano.
Argentina al final sucumbió por la pésima administración de su patrimonio, por el engaño de sacar de una bolsa dinero de los ciudadanos para entregarlo en subsidios, corrupción y prebendas. El exceso en el subsidio a la gasolina tenía de rodillas a la empresa YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales). El gobierno decretaba un precio de un tercio del valor en el mercado mundial. Luego amenazaba si no lo cumplían. Todo para tratar de amarrar una inflación desbocada. La trampa la construyeron durante años con déficit fiscal, impresión de billetes y gasto desordenado.
Apenas triunfó Javier Milei y puso las cosas en claro. La empresa será mejor administrada para que “genere valor” y luego venderla en beneficio del maltrecho erario argentino. Milei, quien parecía el loco de la escena, hizo que las acciones de la empresa subieran ayer hasta un 40%. Los mercados estuvieron cerrados en ese país pero hoy veremos cómo responden las bolsas después de la primera polvareda de entusiasmo capitalista.
Aunque hay un mote de “ultraderechista” sobre Milei, la verdad parece un economista pragmático, alguien que busca cómo pueden funcionar mejor las cosas con medidas drásticas para sacar a su país del hoyo cavado por populistas peronistas.
En México, por el militarismo, a Morena le pudieran poner el mismo mote de ultraderechista; por la desinversión en salud, educación e infraestructura indispensable, el gobierno de la 4T es reaccionario y regresivo. Por su cercanía a Venezuela, Cuba y Nicaragua, podría ser considerado antiliberal, es decir, autócrata.
Milei rompió el mito de que no podría llegar al poder; en México no deben existir mitos ni fatalidades: todo está por cambiar. Lo veremos.
**El abstencionismo es un acto de cobardía y negligencia, todos tenemos que votar**
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