Perspectiva. Prepararnos para Trump
El sitio de análisis estadístico 538, realiza simulaciones sobre el resultado en las elecciones de Estados Unidos. Los números dan el triunfo a Donald Trump en 51 simulacros y a Kamala Harris en 49. Aunque la carrera está cerrada, el expresidente tiene ventaja. Sus amenazas proyectan una larga sombra sobre nuestro destino.
Para Trump el apoyo de Elon Musk resulta fundamental. Cuando el módulo del cohete Starship de Musk regresó a tierra como un hito en la tecnología aeroespacial, surcó en la mente de muchos el impacto que tendría en la visión de futuro de los norteamericanos. Musk, el genio que cambió el destino del mundo con Tesla y SpaceX, será el fiel de la balanza si gana Trump. Aparte de los cientos de millones de dólares que aporta a la campaña, hay otros multimillonarios en espera de reducción de impuestos y un gobierno proteccionista.
Para México, lo sabemos, son malas noticias por las amenazas de deportaciones masivas, el muro, aranceles y hasta de una invasión para capturar a narcotraficantes. Las probabilidades de que Trump cumpla todo son bajas. Su retórica migratoria tiene fines electorales. Estados Unidos se hundiría en una gran recesión económica si no contara con los millones de latinos indocumentados que hacen fuerte a su industria turística y de servicios. Los aranceles, como los plantea el “agente naranja”, serían un balazo en el pie si los aplica a México. Las empresas que fabrican autos en el país son norteamericanas; los productos agrícolas con arancel significan inflación y un esfuerzo mayor para cubrir productos básicos.
Los aranceles serían en dos sentidos. Si EEUU pone arancel al aguacate, México tendría que ponerlo al sorgo al maíz amarillo y a miles de productos que importamos, desde papas hasta cerdos. Los aranceles son un freno al comercio y cuando se frena el comercio los países se empobrecen.
Lo que le interesa a los políticos en campaña es vender ideas extremas que tengan jalón con el pueblo, sobre todo con las masas más desinformadas. A los norteamericanos que van a votar por Trump no les importa que sea un criminal, que sus cuentas sean falsas o que haya abusado de todo lo que pudo, desde amigas hasta colaboradores de su gobierno.
Como todos los fascistas, Trump despierta los peores instintos en sus seguidores. Son neoconservadores, billonarios xenófobos o trabajadores que no ven el problema de la productividad de China o de México como una competencia real y no un abuso, como lo pinta su líder.
El resultado de la elección de la semana que viene no depende de nosotros, lo que sí contará es cómo nos prepararemos para un eventual regreso de Trump.
El nacional populismo no abona, los regalos a Cuba tampoco; la retórica en contra de nuestro vecino sería una oportunidad para un conflicto que hasta hoy no tenemos. La tontería de poner en la Constitución la prohibición del maíz transgénico es otro agravio al libre comercio. Durante décadas hemos usado mejoras genéticas en híbridos con el único efecto de aumentar las cosechas y la economía de las familias que viven de la producción agropecuaria. Si la ideología le gana a Morena, el sexenio podría ser peor que el anterior en términos de crecimiento. Necesitamos un pragmatismo estratégico. ¿Qué sirve para la mejora del país?, ¿cómo podemos seguir aprovechando la vecindad con un vecino que produce 20 veces más que nosotros? Eso debemos meditar.
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