Perspectiva: ¿Qué sigue? Un nuevo partido
¿Siguen la limitación de libertades, la pérdida de autonomía del Banco de México, la ampliación de la ley de expropiaciones? Todo es un enigma.
La verdad es que Morena puede decidir todo lo que quiera el presidente y a partir de octubre la presidenta. Convertidos en puntos pequeños en el horizonte quedan personalidades que antes parecían tener independencia, que antes eran bravucones. Hoy son “lindos mininos” de angora. Si piensa en Marcelo Ebrard, en Miguel Ángel Yunes Márquez, su padre y otros que se convirtieron en sombra, está en lo correcto. Hay que sumar a cientos de diputados y senadores que no tienen siquiera el poder de modificar una coma a un texto enviado desde Palacio. Lo que sí sabemos es que los representantes de Morena dan pena ajena y los que vendieron su voto… asco.
¿Qué sigue? ¿Irán contra los medios independientes y las múltiples voces libres que se expresan en las redes sociales? ¿Serán voces a callar o serán “toleradas” como un ruido que no impide la “gran transformación”?
Todavía hay mucho por descubrir. A la pobre de Guadalupe Taddei, presidenta del INE, le tocó balbucear que harán lo posible por llevar a cabo la elección de miles de jueces, una tarea poco menos que imposible. O tal vez sencilla si el dedo superior indica quiénes serán los candidatos y quiénes serán electos. Todo por centenas.
Otra incógnita está en la oposición que se encuentra fragmentada, dividida y enfadada con sus dirigentes. Marko Cortés tiene que cargar con la culpa de haber escogido a los Yunes para la senaduría. A Alito Moreno, del PRI, le van a echar encima toda la fuerza del Estado, primero para quitarlo de presidente de su partido y luego, si pueden, para acusarlo de mil delitos, reales e inventados.
Movimiento Ciudadano tiene su propia historia de terror con el gobernador Samuel García. Les queda el buen juicio y liderazgo de Luis Donaldo Colosio. Están al límite de su crecimiento.
Dicen que “no hay mal que por bien no venga”, una suerte de consuelo ante la adversidad. Cierto, cuando una puerta se cierra, es probable que muchas más se abran. La puerta más amplia para enfrentar al autoritarismo es la fusión de voluntades diversas, plurales, alrededor de líderes auténticos. Xóchitl Gálvez está lista para comenzar el 2025 con el proyecto de un nuevo partido. Guadalupe Acosta Naranjo, experimentado perredista, tiene la sabiduría para enfrentar los peores hábitos de Morena. Lilly Téllez es la voz más dura en contra de AMLO.
También es posible que surjan líderes jóvenes de entre los manifestantes estudiantiles. Los hay muy lúcidos y convincentes. Ahora no es tan complicado centrar todo el esfuerzo de la oposición en el rescate de las instituciones, el Poder Judicial y las libertades en riesgo. Un objetivo claro.
El nombre del partido lo tiene el grupo de Acosta Naranjo, “Frente Cívico Nacional”. Podría llamarse Frente Democrático o Frente Cívico para abreviar. Los expertos en comunicación política pueden convertir la idea de democracia, libertad y división de poderes en una frase que todo mundo comprenda.
La lucha del Poder Judicial no termina mañana con la nueva ley. Vendrán alegatos y quejas ante tribunales internacionales de derechos humanos. Vendrán más protestas. A nadie le gusta que lo echen de su empleo, sobre todo cuando ha sido conquistado por empeño y capacidad profesional.
Lo mejor que puede pasar es que no nos convirtamos de nueva cuenta en el país de un solo partido y una sola voz. Bajo ninguna circunstancia.
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