Perspectiva. Rebelión judicial
Cuanto mayor es el poder, más peligroso es el abuso
Edmund Burke
Quienes recordamos lo que era un estado omnipotente, con presidentes autoritarios y sin contrapesos, no queremos que México regrese a esa etapa amarga de nuestra historia. Sobre todo cuando el presidente era ignorante, abusivo y represor. Gustavo Díaz Ordaz en 1968 con el crimen de Tlatelolco y Luis Echeverría con el “Halconazo” son los mejores representantes de la “presidencia imperial”.
Este sexenio tuvo su buena dosis de autoritarismo con decisiones de ocurrencia como la destrucción del aeropuerto de Texcoco, la construcción del Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Otra decisión silenciosa e invisible para la mayoría de los ciudadanos fue el endeudamiento de última hora para invertirlo como ventaja electoral. Igual de grave fue la decisión de no enfrentar al crimen organizado. Todo bajo el mando de una sola persona.
Los expertos dicen que este cambio de sexenio no será complicado porque sigue el mismo partido, porque hay estabilidad macroeconómica y política. Eso puede cambiar en días. Si el presidente López Obrador y la candidata electa, Claudia Sheinbaum piensan que será tan fácil como hacer una encuesta y cocinar en un mes nuevas reglas para el Poder Judicial, pueden encontrarse con dificultades como una rebelión de ministros, magistrados, jueces, secretarios de juzgado y actuarios. Un paro en el Poder Judicial puede crear una crisis monumental.
Un pequeño paro judicial mandaría el peso por encima de los 20 pesos, habría una fuga de capitales como la que no hemos visto en más de una generación y el ánimo nacional se iría por la borda. Porque el proyecto unilateral de Morena afecta los intereses democráticos de la nación y la independencia del Poder Judicial. Eso lo sabemos todos. Que un partido les arrebate esa autonomía y haga un circo electoral con los juzgadores no les va a parecer muy bien.
Claudia dice que el Poder Judicial es corrupto. Nadie niega que haya corrupción, sobre todo en algunos estados del sur y en lugares donde el crimen organizado tiene bajo amenaza a los jueces. En Guanajuato hay una gran confianza en nuestro sistema judicial, incluso es más confiable que la propia administración del Ejecutivo. La presidenta electa comete un error al juzgar sumariamente a todos. Imagine a Norma Piña, la presidenta de la Suprema Corte, diciendo que todos en el Poder Ejecutivo todos son corruptos. Impensable.
La resistencia de la oposición irá acompañada de los miembros del Poder Judicial, del mundo académico. Si no es una ley construida con acuerdos, si sale un esperpento -ese sí- marcaría un mal arranque del sexenio. Por eso lo más probable es que Claudia le esté dando el avión a López Obrador hasta el día primero de octubre, cuando marque una raya.
En lo que no tiene que ver con su famoso segundo piso de la 4T, la presidenta electa ha mostrado pragmatismo y buen trato. No estaría mal una reunión entre Claudia y Xóchitl. Abonará a la institucionalidad de nuestra democracia, a la altura de miras de la nueva mandataria, y también sería un cambio de rumbo necesario para la reconciliación nacional.
Hoy todo son besos (de mal gusto) y abrazos entre AMLO y Claudia, pero el choque de trenes vendrá, sobre todo si López no quiere entender que el poder no le pertenece como antes.
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