Perspectiva: Siglos de experiencia a la basura
La cara del desastre judicial podrá verse en poco tiempo. De la puerta del Poder Judicial saldrán millones de horas de preparación y experiencia de ministros, magistrados y jueces. Un juez en México tiene un promedio de 16 años de experiencia en el trabajo. Ha cursado una carrera de abogacía, maestrías en muchos casos y decenas de seminarios de capacitación: habría dedicado, por lo menos, unas 32 mil horas de su vida a su trabajo.
Según una publicación de la revista Nexos, hay una diferencia de 20 años de experiencia entre los funcionarios salientes y entrantes. Tan solo en el Poder Judicial Federal se eligieron a 881 puestos y 1,800 en los estados. Son más de 80 millones de horas de experiencia que saldrán por la puerta de los juzgados y la Suprema Corte en septiembre.
Quienes se van dejarán una carrera truncada con el sentimiento de que la mayor injusticia se aplicó a ellos sin deberla, acusados de corruptos e ineptos desde el púlpito presidencial. Esa es la carta de agradecimiento para quienes tuvieron en sus manos la aplicación de la justicia.
Cuando al expresidente López Obrador se le ocurrió la idea de cambiar a todo el Poder Judicial porque no se ajustaba a sus órdenes, porque la ministra Norma Piña no se ponía de pie frente a sus discursos, nunca pensó en las consecuencias. Lo mismo sucede con nuestra presidenta Claudia Sheinbaum, quien sigue el guion heredado. A ella (y a todo México) le tocará lidiar con el Poder Judicial más inepto de la historia.
Tan solo recordar cómo la Ministra Lenia Batres no entendía los términos judiciales al interpretar la Constitución y cómo la maestra Norma Piña le explicaba sus errores de inexperta, tenemos una idea de lo que viene.
Otro problema es el de la ideología. Tienen que juzgar con la ley en la mano, independientemente de que favorezca a mujeres o a hombres, a liberales o conservadores, a deudores o acreedores. Cuando López Obrador dijo que “no me vengan conque la ley es la ley”, traicionó su declaración de lealtad a la “Constitución y a las leyes que de ella emanan”, justo lo que juró con el brazo en alto cuando tomó el cargo. Punto.
Una Corte ideologizada, con tendencias de izquierda, derecha o fiel a la 4T, excluye al resto del país, a quienes no piensan como sus miembros. Eso pasó en Venezuela, en Bolivia y, por supuesto, en el fallido país llamado Cuba.
La ineptitud causará estragos en todos los procesos, llámese una sentencia de la Suprema Corte sobre la limitación del derecho de amparo o un simple juicio penal donde haya un despojo de tierras. Los críticos de la “elección popular” de los jueces saben que la inmensa mayoría de los legisladores tienen conciencia del daño. Que no digan Ricardo Monreal, Adán Augusto López y otros viejos lobos de la política que están de acuerdo. ¿Cómo puede aplaudir tamaño despropósito el Dr. Juan Ramón de la Fuente, exrector de la UNAM y ex secretario de Salud, hombre ilustrado y competente?
El tiempo dará la razón a quienes calificaron como una “farsa”, como un atentado contra la República el embate y cooptación del Poder Judicial, aniquilando su independencia y la carrera judicial construida desde hace por lo menos 30 años.
Si el nuevo Presidente de la Corte no quiere vestirse de toga, es solo una muestra de un gran pre-juicio.
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