Perspectiva: Una triste elección

Si somos aún un país de libertades, podemos elegir votar o no votar, “ser o no ser” como dijera Hamlet. En este domingo electoral la gran mayoría de ciudadanos decidiremos no votar. Si el acarreo, los acordeones y otras presiones sirven, a lo más que llegará la participación será del 20 %.

Al 80 % de los empadronados no nos interesa votar en la elección para ministros, magistrados y jueces. Muchos porque ni siquiera hicieron la tarea de estudiar los antecedentes de los candidatos, otros porque desde el principio no nos interesó el invento.

El entusiasmo de otras elecciones, la emoción de participar como ciudadano en apoyo al INE como funcionarios de casilla, no existe. El problema es el origen. La reforma al Poder Judicial fue una iniciativa de Andrés Manuel López Obrador porque no lo tenía controlado. El ex Presidente maltrató todo el tiempo a ministros y jueces que no eran de su agrado o decidían en favor del ciudadano y no de él. En contrapunto cobijó a Arturo Zaldívar, quien traicionó a la Constitución cuando callaba sobre una pretendida extensión de dos años en su mandato como Presidente de la Corte. Luego traicionaría sus propias palabras cuando antes aseguraba que el Poder Judicial no debía ser decidido por elección popular.

Dados los hechos pasados y recientes que muestran la intención de capturar el tercer poder que no tiene Morena, votar no es opción, a menos que se milite en ese partido y se crea que México debe renunciar a la democracia y a ser República. Lo vemos en los acordeones, lo vemos en los personajes que no representan el interés de la justicia sino el de grupos de poder.

Aunque los medios y las universidades como el Tec de Monterrey se apuran en difundir quién es quién de los candidatos, sólo un experimentado litigante pudiera tener idea de por quién votar. Me atrevo a decir que el 99.9 % de los electores -o más- no tenemos ni la más peregrina idea de quiénes están en la boleta y qué hacen ahí. Lo único que detectamos son a algunos abogados malandros, a oportunistas sin preparación o chicas que muestran sus cualidades físicas antes que las intelectuales.

La construcción de la propuesta no sale de una necesidad real del ciudadano. Se necesitaba modernizar, no trastocar la institución. Desde el Poder Ejecutivo calificaron y califican a los jueces como corruptos, cómplices de grandes empresarios y cómplices del crimen organizado. La retórica de López Obrador era que el Poder Judicial estaba podrido. Bíblicamente, veía la paja en el ojo ajeno y no el tronco en el propio.

El lunes no sabremos nada, ni quién ganó, ni cómo van los porcentajes. Todo será una adivinanza, a diferencia de las elecciones normales para candidatos del Ejecutivo o el Legislativo.

El problema será tal, que ni siquiera los tribunales electorales podrán recibir o juzgar conflictos en los comicios. Con el número de combinaciones posibles de resultados, tardarían años en calificar la elección en caso de quejas. ¿Para eso quieren tener boletas sin destruir?

El INE hace un papelón increíble. A estas alturas, si la ley se aplicara, hubiera cancelado el ejercicio por la intervención del gobierno de Morena. A la vista están los fraudes anticipados, el gasto excesivo de los candidatos y la intervención clara con el uso de fondos públicos para impulsar a favoritos. Da tristeza.

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Enrique Gómez Orozco
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