Poner remedio en próximas elecciones
Por azares del calendario me quedé los dos lunes pasados con la energía detenida, pero me pongo al corriente esperando que hayan tenido no “unas felices fiestas”, lo que me parece banal e insulso, sino que hayan pasado una santa Navidad y deseando que 2024 sea próspero y gratificante.
Por cierto, me sorprendió ver el sábado pasado, cómo se gastan nuestros impuestos repartiendo un trocito de rosca de reyes, a cientos, quizá miles de personas que reciben esta pequeñísima retribución de lo que el gobierno. Decía mi papá que “sale más caro una gorra que un sombrero galoneado”. Milagros de la publicidad, en mi niñez los santos Reyes no pintaban en nuestro estado, y ahora es otro elemento de propaganda gubernamental.
El mismo sábado, circulando por Prolongación Zaragoza, casi esquina con Marfil de Jesús, me topé con una excavación de casi cuatro metros cuadrados que ocupa el carril oriente, sin más aviso de precaución que algunos montoncitos de tierra a los lados y unos listones desvalidos en unas varillas, lo reporté de inmediato al 911, que sorprendente me contestó luego luego y me aseguró la operadora, sería transferido el reporte a Protección Civil. Un día después, no se había reparado y ni siquiera se habían colocado señales visibles de precaución, en fin, ¿qué se le va a hacer? así está toda la ciudad.
En mi área de chamba, que es el Derecho, lo que me sorprendió más, vaya que a estas alturas pocas cosas me sorprenden, fue la designación de la nueva ministra de la Suprema Corte y su toma de posesión, que se convirtió en un mitin placero del peor gusto y del peor contenido.
La nueva ministra, ya se vio por grabaciones que figuran en las redes, resultó corriente. Del presidente se puede esperar cualquier cosa, pero de un profesional del Derecho, que además presume de tener un doctorado, esperaría al menos un principio de comportamiento sensato y mesurado. En los 60 años de mi vida, en que el Derecho ocupa el espacio principal de mi actividad, desde que ingresé a la UNAM, no había llegado a la Corte un ministro tan impreparado, tan inexperto, tan soez, y últimamente, tan comprometido con el Poder Ejecutivo, lo que de entrada la legitimaría. Pero López Obrador y sus secuaces han perdido todo recato, su autoritarismo y su cinismo rebajan todo al límite, pero su delirio ha sido contagioso, y se ha contagiado a gran parte de la población, aunque se le podría poner remedio en las próximas elecciones.
Es todo por hoy. Hasta una próxima, sí la hay.
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