¿Por qué los aranceles son mala idea?, para Estados Unidos

Hace unos días la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, declaró ante la prensa estadunidense que la política de aplicar aranceles a las exportaciones mexicanas se mantiene. Lo anterior, dado que no existe una estrategia por parte del gobierno de México para atender el tráfico de fentanilo y las oleadas de migrantes hacia aquel país. De ahí que es probable que a partir del 1 de febrero se lleve a cabo esa medida. 

Hasta ahora la mayor parte del debate se ha centrado en el impacto que estos aranceles puede llegar a tener en la economía mexicana que, según estimaciones de Moody’s Analytics, puede llegar a representar una pérdida de hasta un punto porcentual del crecimiento del producto interno bruto en 2025. Sin embargo, los aranceles también afectarán de manera importante la economía estadunidense, y los efectos de largo plazo podrían ser aún más perniciosos.

El efecto inmediato de los aranceles sería el aumento en los precios de los bienes y servicios que Estados Unidos importa desde México, lo que encarecería productos esenciales para los consumidores y las empresas estadunidenses. Actualmente, México representa aproximadamente el 16% de las importaciones de Estados Unidos, siendo su principal proveedor. De ahí que, de entrada, se verá un aumento en los precios de bienes como maquinaria diversa, aparatos electrónicos y automóviles. Cabe mencionar, que contener la inflación no ha sido un proceso sencillo en EE. UU., y una subida en los precios en este momento puede no ser bien recibida.

De hecho, el día de ayer la Reserva Federal Estadunidense (FED, por sus siglas en inglés) tomó la decisión de mantener sus tasas de interés sin mayores cambios, estableciéndolas en un rango entre 4.25-4.5%. Esta decisión podría ser un indicador de que, por lo menos desde la Banca Central, se podría estar tomando medidas precautorias ante la posible subida en los precios como consecuencia de los aranceles. 

Sin embargo, los efectos de los aranceles pueden ser más perniciosos en el largo plazo en la industria estadunidense. Por ejemplo, durante años EE. UU. ha bloqueado a las empresas tecnológicas chinas, a través de barreras de acceso al mercado estadunidense, así como por medio de la implementación de aranceles. Esto ha generado un efecto adverso en las empresas de tecnología china, obligándolas a ser más eficientes, más innovadoras y con menores costos. De ahí que podamos ver que empresas como DeepSeek, vengan a destronar a Nvidia (empresa propietaria de ChatGPT) en el mercado de la inteligencia artificial.

En ese sentido, la implementación de aranceles llevará a que las empresas, al no tener competencia, no tendrán incentivos para ser más eficientes, reducir sus costos, o innovar. Lo anterior, aunado a la cancelación del mandato de transitar a los automóviles eléctricos hacia el 2050, no hará más que profundizar las brechas ya de por sí existentes de EE. UU. en términos tecnológicos, rezagándolo aún más en la competencia por ser líder en el sector.

En conclusión, si bien los aranceles pueden parecer una medida de presión efectiva en el corto plazo, en el largo plazo podrían socavar la competitividad de la industria estadounidense, aumentar costos para los consumidores y las empresas, y generar efectos contraproducentes en sectores estratégicos. Más que una estrategia comercial, esta política podría convertirse en un obstáculo para la propia economía de EE. UU. en su lucha por mantener el liderazgo global.

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