¿Privatización o no?
Una vez más, el tema central de la vida política de Aguascalientes es el gobierno del agua. Muchos han puesto en el centro de los análisis determinar si se mantiene la privatización o si se regresa al servicio del agua potable de la ciudad capital al municipio, me parece que antes de dar la respuesta a esta disyuntiva, debemos saber cuánta agua tenemos y para cuánto tiempo alcanza, antes de elegir si privatizamos o no. Es necesario distinguir los ámbitos de las decisiones que están en juego, el primero de ellos se encuentra en el mundo de la técnica, el segundo en la valoración de las capacidades administrativas, y el tercero en el inevitable mundo de los factores políticos.
En el ambiente técnico llevan prioridad los expertos, aquí es donde caben los balances o la capacidad de los mantos acuíferos, los promedios del uso vital del líquido en la ciudad y en el medio rural. También, los expertos nos indican los niveles de la precipitación pluvial y el destino de los escurrimientos, y claro está, las proyecciones sobre el uso regular de esta riqueza vital.
En el ámbito de las capacidades de operación, es necesario saber con precisión, la experiencia técnico administrativa que tiene el municipio en la conducción de este tipo de empresas, determinar cuánta experiencia existe en los encargados de esta orquesta operación en la distribución, mantenimiento y cobranza de una entidad tan grande y tan compleja.
Finalmente, es importante saber cuáles son los alcances y los límites del uso político que tiene la administración del agua. Hasta ahora lleva la delantera el engranaje político, y esto se debe a que el partido en el poder y sus adversarios calculan los costos electorales de una u otra decisión, un punto que suele ser de mayor interés para la mayoría de los medios de comunicación y las redes sociales. La información técnica y la administrativa se encuentra en segundo plano y solo se traen a cuenta para justificar una postura, mientras tanto, la sociedad actúa y reflexiona sobre el tema con poca o nula información, y peor aún, ha evolucionado en un ambiente donde solo cuentan los impulsos.
Me queda claro que la politización del tema será inevitable, pero bueno sería que aumentemos el volumen de información y datos, especialmente la información técnica, y que busquemos acuerdos, primero, para determinar cómo hacer más eficiente el servicio, y entonces, solo entonces, para decidir si el servicio se privatiza o no. En este caso, el primer paso corresponde a la ciencia, y el segundo al gobierno a la sociedad y a los partidos.
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