Radicalidad y terrorismo

Aunque el concepto de terrorismo ha sido causa de debate en sus alcances e implicaciones; en su origen se puede entender como la violencia pública (real o simbólica), que se ejerce activamente con ventaja táctica sobre personas o poblaciones ligadas o no con el objetivo final de la violencia, con la intención de tener un resultado político; es decir, de ocupar espacios de poder o de influir en su ejercicio.

Esta violencia tiene, por necesidad, una dimensión política; un componente ideológico que motiva a quienes la ejercen a utilizar esa violencia pública como forma de persuasión o de manifiesto ante el poder. La religión es, en sí misma, una ideología; pero no sólo ésta, también las diversas posturas sobre cómo se concentra o se reparte el poder político, económico, o cultural. El terrorismo siempre va ligado a procesos de poder.

Y aunque cada expresión del terrorismo tiene particularidades específicas históricas, culturales, e ideológicas; todas comparten patrones estructurales de carácter psicológico y político. De este modo, para entender cómo un individuo o colectivo llegan a tener la disposición de auto inmolarse o de inmolar a otros, con la finalidad de establecer un manifiesto político violento, es necesario entender los procesos de radicalización por los que han pasado esos grupos o individuos. 

El psicólogo Fathali Moghaddam propuso en 2005 el modelo de La escalera al terrorismo para explicar cómo el individuo escala peldaños de radicalización hasta llegar al tope que es, de hecho, la disposición al terrorismo. Esta escalera puede entenderse así:  el primer peldaño es el individuo viviendo injusticias o precariedad. El segundo, es el individuo realizando acciones no violentas para revertir la injusticia y la precariedad, pero no tiene éxito.

La frustración acumulada da paso al tercer escalón, en el que el individuo se percibe como distinto y moralmente superior respecto a los demás grupos sociales, y comienza a ver al resto del colectivo como el enemigo. Aquí el individuo puede aislarse o comenzar a asociarse con otros grupos o individuos con los que comparte la frustración del segundo peldaño. La posibilidad de violencia se ve como una herramienta más.

Así se asciende al cuarto peldaño, en el que el individuo y su grupo terminan convencidos de que solo el uso de la violencia permitirá enfatizar su mensaje o impactar en los tomadores de decisiones identificados con las causas de la injustica y la precariedad. En este escalón ocurren los actos de violencia pública que entendemos como terrorismo. Como se puede ver, el terrorismo tiene que ver con fallas comunitarias.

El filósofo Randy Borum escribió Entendiendo el pensamiento terrorista, ahí identifica a grupos violentos que toman ventaja de la frustración individual y grupal, para reclutar peones a los que se les adoctrina mediante el resentimiento y la superioridad moral, hasta deshumanizar a las posibles víctimas de la violencia. Aquí caben los grupos insurgentes, los fundamentalismos religiosos, y demás grupos ideológicos. Para catalogar aquí a grupos criminales se necesita más análisis.

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Alan Santacruz
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Alan Santacruz, Opinión, Columnista BI

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