Recuperar lo político desde lo ciudadano

Vivimos etapas difíciles en las cuales la palabra pareciera ser que pierde sus valores y su significados; pareciera ser que la manera de pronunciar las palabras le han quitado toda su fuerza, toda su agudeza para dejarla -como decía Nietzsche- monedas que ya han perdido su valor y les queda solamente el metal.

Ello me trae a la memoria el libro de Byung-Chul, titulado “La Sociedad del Cansancio”,  en donde se expone que hemos llegado a una etapa en la cual hemos perdido nuestro rendimiento, tanto de éxito como emprendedurismo, así como la manera de resolver los problemas personales y el descuido absoluto de los problemas colectivos. Por eso es que tenemos que recuperar el carácter de lo político y la única manera de hacerlo es a través de la opción ciudadana: cuando las y los ciudadanos, que no los políticos, se hagan cargo de los grandes problemas que nos aquejan en la colectividad.

El Siglo XXI es un siglo de enorme importancia derivado del avance científico; en materia de la velocidad de la luz, esos 300 mil km por segundo nos han dejado una transmisión indiscriminada de imágenes, nos han dejado la Internet, nos han dejado una serie de posibilidades, hasta este momento, en el desarrollo de la Inteligencia artificial, y el día de mañana, vendrán otros avances más de la ciencia, porque esta revolución de la velocidad de la luz no ha terminado; como así fue la revolución del calor, o cómo fue la revolución del sonido.

Pero en materia política, parece ser que el ciudadano, que es el que vota, -¡Porque no, el pueblo no vota!- ese ciudadano que vota, se está cansando de tanta mentira, de tanta falsedad, ese exceso de optimismo que ha generado una fantasía ideológica que es el reflejo de “sí podemos”. Parece ser que nuestro entorno todo es realizable, que el objetivo es convencernos de que no tenemos límites, que hemos llegado a un estado humano en el que hemos llegado a la plenitud de nuestros alcances y esto nos está produciendo un cansancio, y el cansancio político se está dando precisamente a partir de la falta de prudencia para abordar la narrativa y el discurso político primero que la mentira.

Quienes son los gobernantes y los líderes mienten por sí mismos sin necesidad y cuando se ven acorralados, vuelven a mentir y vuelven a mentir. Lo vemos todos los días, todo el tiempo en sus declaraciones, en sus redes sociales, en las entrevistas de radio y de televisión. Esto es algo que está afectando a la sociedad, a la ciudadanas y a los ciudadanos que son los que votan.

Y precisamente, para el año 2025 en el que, de una manera irracional, se va a votar por quién impartirá justicia, -que es un tema para discusión posterior- es el ciudadano el que va a votar, por lo tanto requiere de un discurso fresco y convincente, y que además lleve el “cómo”, el “cuándo”, el “con qué” y el “para qué”. Es decir, resolver los cuestionamientos principales para tomar una decisión.

Si realmente el pueblo es sabio, entonces se transforma en sociedad y esa sociedad debe de tomar decisiones.

*Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión*.

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Ignacio Ruelas Olvera
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