Sheinbaum, el G20 y el porvenir
La participación de Claudia Sheinbaum en el G20, la principal plataforma económica que reúne países con economías emergentes y avanzadas, marcó un cambio en la política exterior en México. Pasó de estar centrada en asuntos internos a abrirse al diálogo con los principales líderes económicos del mundo, abordando temas complejos que exigen acción internacional.
La presidenta Claudia Sheinbaum llegó al foro con una personalidad y una agenda propia. Su participación destacó no solo por ser una de las pocas mujeres presentes, sino también por la relevancia de los temas abordados y las reuniones sostenidas. Como era de esperarse, puso sobre la mesa la agenda ambiental, un tema que domina y maneja con gran habilidad. En este sentido, optó por una apuesta estratégica y segura.
En concreto, Sheinbaum propuso llevar el programa “Sembrando Vida” a escala internacional, planteando a los países integrantes del G20 destinar un 1 por ciento de su gasto militar –estimado de 24,000 millones de dólares– a iniciativas de reforestación.
Sin embargo, el discurso de Claudia parece que quedará solo en palabras. Para muchos de los Estados miembros del G20 la agenda ambiental no solo no es una prioridad, sino que representa un tema incómodo que prefieren evitar. Esta situación probablemente se agravará con el rumbo que tome el nuevo gobierno de Estados Unidos.
El tema no solo resulta controvertido en el ámbito internacional, sino también dentro del propio país. Ya que, si bien existen evaluaciones positivas del programa en cuanto a sostenibilidad alimentaria, lo cierto es que su contribución a la reducción de la deforestación ha sido mínima. Además, la solitud de México para que otros países disminuyan su gasto militar y lo destinen a mejoras ambientales contrasta con su falta de compromiso en la materia.
Otro aspecto destacable del evento fueron las reuniones bilaterales, en especial la que sostuvo con Xi Jinping, presidente de China. Durante el encuentro, abordaron temas como el fortalecimiento de las relaciones comerciales y el cambio climático. Este acercamiento no pasará desapercibido para Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, cuya relación con México ha mostrado signos de deterioro. El impacto económico de esta dinámica podría hacerse evidente en los próximos dos años.
En conclusión, la participación de la presidenta Claudia Sheinbaum en el G20 busca reinsertar a México en el panorama económico global. Este posicionamiento ocurre en un contexto nacional complejo, con una economía desacelerada, y con finanzas públicas bastante acotadas. Sin embargo, la agenda presentada durante el foro no logró reflejar las múltiples necesidades económicas del país. De ahí que, el verdadero desafío sea transformar las buenas intenciones en resultados concretos que tanto beneficien a México como fortalezcan su posición en el mundo. Eso aún está por verse.
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