Un año de la invasión Rusia a Ucrania

Se acaba de cumplir un año de que Rusia decidió unilateralmente invadir a Ucrania con un ataque militar. A doce meses del histórico suceso, hay mucho tema para el análisis y la reflexión. No sólo eso, también para la previsión de cómo seguir desarrollando canales diplomáticos en un contexto de posmodernidad global con radicalismos regionales.

Los factores más relevantes para el análisis son: el antecedente del conflicto, el nivel de fuerza bélica de ambos bandos, la estrategia del invasor y del invadido, el sesgo ideológico y mediático, la reacción geopolítica, y la perspectiva de resolución para el conflicto. Así, de manera breve, revisaremos cada aspecto, a un año del suceso.

Los antecedentes inmediatos van desde 2013, cuando Ucrania habría de sumarse a la Unión Europea; pero el presidente Víktor Yanukóvich, de ideología pro Rusia, bajó el acuerdo de manera autoritaria y estrechó los lazos con Moscú. Esto originó protestas que finalmente derivaron en el derrocamiento del presidente ucraniano y en una derrota política para Putin.

A partir de ahí crecieron las hostilidades entre ambos países, mismas que detonaron en la acusación rusa sobre que en Ucrania había fuerzas militares y paramilitares de filiación neonazi que torturaban y perseguían a la población rusa en la frontera y dentro del territorio ucraniano. Esto no se demostró a cabalidad, pero sirvió de pretexto.

Así, ocurrió la invasión, con una apabullante superioridad militar rusa. Ucrania no contaba con tropas ni armamento para enfrentarse a la potencia bélica de Vladimir Putin. Lo que para Rusia, gracias a su superioridad militar, iba a ser una campaña de tres días; se convirtió en un año de guerra debido a la participación internacional.

El sesgo ideológico es un factor más profundo, pero podemos decir que el discurso de Putin sobre la defensa de su soberanía no permeó en occidente, a pesar de la difusión que le dieron los medios aliados en esta parte del mundo. Por otro lado, al presidente ucraniano se le dio un trato de héroe.

La geopolítica se reconfiguró. Sin que Ucrania formara parte de la OTAN, ni de la Unión Europea, fue arropada por un bloque occidental liderado por Estados Unidos. Rusia se cobijó con sus aliados en Medio Oriente y China. Irónicamente, a un año del conflicto, el proyecto de paz que más ha prosperado lo impulsó Pekín.

De este modo, a doce meses de la guerra, lo que se prevé es que la paz no llegue pronto; mientras lo urgente es evitar la posibilidad de que Rusia escale el conflicto a un nivel nuclear, como lo ha amenazado desde el inicio. Putin no aceptará una derrota, y occidente no perderá a Ucrania.

En estas condiciones, a mediano plazo, se prevé como posible solución una repartición territorial similar a la del Muro de Berlín, o a la que fraccionó a las dos Coreas; en un conflicto que no ha escatimado muertos, refugiados, y poblaciones devastadas. Lo importante, no es quien gane la guerra, sino quién gane la paz.

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Alan Santacruz
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