Un año decisivo para Aguascalientes
En muchos sentidos, 2023 puede ser un año decisivo para Aguascalientes y conviene plantearlo en términos de riesgo y oportunidades, tanto de carácter interno como procedentes de un entorno nacional extremadamente crítico.
El primer aspecto tiene que ver, lógicamente, con la seguridad pública, si bien es cierto que hasta ahora, el Estado ha corrido con suerte y la administración estatal pasada mantuvo el riesgo razonablemente acotado, no hay ninguna garantía de que así continúe. Por un lado, es claro que la estrategia federal en la materia ha sido un fracaso, y por otro, también es evidente que el entorno regional ha tenido a descomponerse y objetivamente no hay argumentos técnicos ni prácticos que impidan que en alguna medida eso no sucede en Aguascalientes, entre otras cosas, porque el fenómeno delictivo trasciende ya los límites físicos de la geografía y se expresa en otras modalidades como el lavado de activos o la extorsión, que sin darnos cuenta invaden la vida de un Estado. La actual administración estatal, que es la principal responsable, debe, por lo tanto, diseñar, formular y ejecutar una política muy seria, profesional y efectiva que neutralice este riesgo.
El segundo es la recuperación del crecimiento económico a tasas elevadas y sostenidas. Las cifras del tercer trimestre del año 2022, apuntan a que el crecimiento anual de Aguascalientes no será mayor al 2% en este año, con una fuerte caída del 13%, a un poco más, de hecho, en el sector manufacturero, sensiblemente en la industria automotriz, que representa un tercio del PIB estatal.
Es cierto que hay un estancamiento a nivel nacional, combinado con alta inflación y con malas políticas, pero es urgente que el gobierno estatal concentre sus energías en dos vertientes: una, es la necesidad de mejorar la calidad del gasto y hacer asignaciones presupuéstales en aquellos renglones que realmente representen inversiones productivas y que tengan un efecto multiplicador en el empleo, y la otra, es el imperativo de contar con una política, audaz, creativa, profesional y sofisticada de atracción de inversión privada, local, nacional y extranjera, en aquellos sectores que en apariencia están ya muy consolidados, así como en otros que ya pintan para hacer innovadores.
El tercer riesgo de la coyuntura político. El nuevo gobierno estatal será de solo cinco años, dos de ellos, estarán prácticamente perdidos porque coincidirán con una mega elección local y federal, desde finales del 2023 y todo 2024, y el otro porque será el de la sucesión a nivel estatal y municipal en el año 2027, por tanto, el tiempo efectivo para dar resultados concretos, tangibles y medibles, en aquellos rubros que importan, será de apenas tres años. Ante el panorama, la administración estatal tendrá que decidir si quiere ser política electoral o bien hacer política pública en función de lo que el Estado demanda: crecimiento, seguridad, innovación y competitividad.
Y la cuarta variable tiene que ver con una eventual alternancia partidista a nivel municipal y en la composición del Congreso local en 2024; partamos de la siguiente evidencia: el poder desgasta y las elecciones intermedias suelen desgastar al partido en el poder, por tanto, las preguntas relevantes son las siguientes: ¿cómo será entonces el estado de ánimo de los votantes y subsiste en el estancamiento económico o la inseguridad?, ¿puede el gobierno estatal convivir eficientemente con alcaldes y diputados de oposición?, y ¿cómo y a que costó?
Las condiciones a las que se llegue en los siguientes comicios, en este sentido, dependerá de los resultados, la eficacia y la honestidad con que se conduzca, y de la manera en que los perciba la gente.
Finalmente, Aguascalientes es un estado que, en muy buena medida, ha dependido en ocasiones para bien y en otras para mal de dos factores: la calidad de sus gobiernos y la efectividad de sus relaciones con la Federación. Por ahora todavía no se sabe si el nuevo gobierno local será bueno o no, pero sí se sabe que del gobierno federal no hay que esperar absolutamente nada, ¿qué hacer entonces?, pues volver a lo básico: trabajo, esfuerzo, productividad, innovación, disciplina, entre otras muchas cosas que son los verdaderos resortes de la estabilidad, el éxito y la prosperidad compartida.