Una Luna de Miel de 100 días
Esta semana la BI organizó un ejercicio por demás interesante en el programa Más Allá de la Noticia de Rocío Gutiérrez, que si bien surgió como una idea de repasar cómo habían sido los primeros 100 días en gobiernos anteriores y contrastarlos con los del actual gobernadora Tere Jiménez, resultó más que eso, porque permitió dimensionar, al menos en mi caso, la semejanzas y diferencias respecto de los que me tocó vivir hace 30 años, es decir, un periodo ya suficientemente largo.
Casi en cualquier actividad eso de los 100 días tiene su simbolismo pero es perfectamente válido porque de alguna manera sugiere ciertas características sobre cómo va a ser cada quien, es decir, eso que don Daniel Cosío Villegas, el gran historiador mexicano, llamaba "el estilo personal de gobernar".
Para empezar, los aspectos locales de mis 100 días fueron particularmente suaves, por llamarlos de alguna manera; yo recibí del ingeniero Miguel Ángel Barberena un gobierno en muy buenas condiciones: finanzas razonablemente sanas, un bajo nivel de deuda y una obra en infraestructura realmente notable.
Aguascalientes tenía entonces 535 mil habitantes contra más de un millón y medio que somos ahora. El Estado ya traía un buen récord de la atracción de inversión extranjera y de hecho el último día de ese gobierno, el de Barberena, y el primero del mío se inauguró la primera gran armadora de Nissan al sur de la ciudad después de la cual siguieron llegando otras hasta constituir con la continuidad de los siguientes gobiernos el clóser automotriz que hoy conocemos.
La seguridad y la violencia, en segundo lugar, no eran entonces un problema de las dimensiones de ahora. En los últimos cuatro años se han producido 140 mil homicidios dolosos, como se reportó hace apenas tres días, lo cual es ahora una de las diferencias más importantes y lamentablemente no para bien, porque el entorno regional se ha descompuesto gravemente.
Una tercera diferencia era que en la Presidencia de la República y en el estado gobernaban el mismo partido y además yo había colaborado cercanamente con el presidente Salinas y eso, dicho sea de paso, abrió muchas puertas para que Aguascalientes recibiera enormes apoyos de la Federación.
Así que en ese sentido mil primeros 100 días sí fueron, la verdad, una Luna de Miel; desde luego los conflictos y problemas vieron después.
En cambio los aspectos políticos nacionales eran muy distintos a los de ahora; hoy vivimos en medio de un clima político muy envenenado, muy polarizado y de alguna manera muy peligroso para la estabilidad política del país y del estado, lo cual dificulta, por ejemplo, la coordinación con la Federación en materia de seguridad o bien la posibilidad de recibir más apoyos.
Por otra parte, en 1992 ya había caído el Muro de Berlín y vino el colapso de la Unión Soviética y el mundo experimentaba una especie de boom de nuevas inversiones que México aprovechó muy bien y desde luego Aguascalientes porque además ya estaba en negociación el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y con Canadá que cambió radicalmente la economía mexicana; solo para darles un ejemplo, hace 30 años México exportaba 52 mil millones de dólares anuales y hoy exporta a 493 mil millones de dólares anuales es decir prácticamente 10 veces más.
La economía nacional estaba creciendo al 4% y la de Aguascalientes al 6%, y ahora, si bien nos va, el promedio sexenal será de 1.5%. Y además en estos años apareció la pandemia, la mayor en todo un siglo.
En la perspectiva de estos 30 años, sin embargo, sí, parece claro que Aguascalientes ha sido una historia de éxito a la que cada cual a su manera, todos los gobiernos, han contribuido a diferencia de estados, que se han descompuesto gravemente como Colima, Morelos, Veracruz o Zacatecas, o bien a diferencia de estados, que ya eran fallidos entonces y hoy lo son más como Chiapas, Guerrero o Oaxaca, Aguascalientes ha seguido alcanzando,buenos niveles de progreso y es importante decir que esos niveles expresados en una obra, en un museo, en una fábrica, en una avenida, en una escuela, son una construcción colectiva y no hay que olvidarlo, fueron levantadas con los impuestos que paga el contribuyente; así que aquí no cabe el culto a la personalidad porque la función de uno es administrar un gobierno, es como digo; una obra colectiva que uno encabeza a nombre de la sociedad y la sociedad no nos debe nada porque esa era y es nuestra obligación.
En suma, si vemos los 100 días de 1992 comparados con los 100 días del 2023 hay que reconocer que hoy la tarea de gobernar es mucho más compleja, mucho más difícil, pero al mismo tiempo más desafiante y lleno de oportunidades y la meta sin duda es aprovecharlas a cabalidad.
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