¿Vamos hacia la autocracia o hacia la democracia?
No cabe duda que México se debate entre dos grandes modelos o visiones de regímenes democráticos en el país.
Por un lado se piensa o se dice que la democracia plena o la democracia liberal, entendida en los términos clásicos, supone el cumplimiento de requisitos de democracia electoral, restricciones judiciales a las decisiones del Ejecutivo y participación legislativa en la creación de leyes con la idea de proteger a los ciudadanos de los abusos del poder, y con ello también proteger las libertades civiles y la igualdad de todos los ciudadanos frente a la ley.
Mientras que en las autocracias cerradas, las elecciones, aunque son unipartidistas, pasan por el Ejecutivo, que pretende controlar los órganos electorales, por lo tanto, hay una ausencia de componentes democráticos fundamentales como la libertad de expresión, la libertad de asociación y las elecciones libres y justas.
Tenemos pues, dos modelos que están frente a la discusión en estos momentos en el país, seguir transitando hacia una democracia plena o seguir fortaleciendo el camino de la autocracia cerrada que se vislumbra en países como Venezuela, Nicaragua o Cuba.
No cabe duda que en nuestro gobierno, nuestros dirigentes tienen ese pensamiento, algunos se inclinan a una posición más democrática y otros se inclinan a una posición más autocrática.
A mí me parece que el régimen de López Obrador nos está llevando a una autocracia, y es una autocracia en donde siempre se menosprecia al adversario, no se escuchan las opiniones, se pretende el control del Congreso, se pretende el control del Poder Judicial, todo aquello que no me conviene o que mide al país en términos internacionales lo desprecio y señalo que se trata de mediciones neoliberales o conservadoras, cuando en realidad son estadísticas internacionales que ponen a México en contraste con otros países del mundo de acuerdo a sus propias metodologías.
Recientemente, hemos visto dos casos que me parecen muy graves, que creo, conducen claramente a México a esa autocracia. Por un lado vimos la reacción del presidente de la república frente a los excesos de Samuel García, al pretender lanzarse a las candidatura a la presidencia, muchos dicen que auspiciados por el propio López Obrador o por MORENA, y al mismo tiempo imponer al gobernador interino de Nuevo León, violando flagrantemente la Constitución de ese estado; sin embargo, para el presidente de la república se trataba de un problema político donde el PRI y el PAN estaban actuando en contra del gobernador, cuando en realidad se trata de hacer cumplir, la ley.
Vemos también, en el caso del presidente de la república, la pretensión de imponer a alguna ministra en la Suprema Corte de Justicia que tenga una clara afinidad con MORENA y con el propio presidente, rompiendo con ello, los principios de imparcialidad, de honestidad, de no vinculación de intereses políticos que debe tener un ministro de la Corte con respecto al gobierno en turno. Por otro lado, vemos también a la precandidata de MORENA señalar que el derecho a la educación y el derecho a la salud se acaban de incluir en la Constitución, en el régimen de MORENA, cuando estas dos instituciones tienen mucho tiempo que se incluyeron en la Constitución y son plenamente adoptadas en México con sus más y sus menos, pero que a lo largo de la historia desde su inclusión, México ha tratado de crear esos dos derechos con carácter universal, tanto la educación como la salud, incluso vemos como el propio presidente, al momento de instaurarse el Instituto de Salud para el Bienestar pretendía esa universalización, aunque el proceso le resultó fallido, tuvo que dar reversa atrás y todavía no sabemos hacia dónde nos conducimos en materia de salud y hemos perdido a 30 millones de beneficiarios del sistema de salud.
Ahora, frente a los señalamientos de la prueba PISA, que es una prueba estandarizada de carácter internacional que se hace a jóvenes mayores de 15 años sobre habilidades matemáticas, lectoras y de razonamiento, donde México sale bastante mal parado, porque se nota un muy bajo índice de comprensión y conocimiento en esas tres áreas, el presidente dice que se trata de una prueba de carácter neoliberal.
A mí me parece que esas reacciones de pretender que el mundo se creó en estos cinco años, de pretender que todos está inventando en esta llamada Cuarta Transformación, cuando en realidad hay una regresión y una destrucción de instituciones, pues no es más que señalar un camino hacia la autocracia, hacia un régimen donde no hay libertad de crítica, no hay autocríticas, se pretende el control de las instituciones, y con ello, asegurar que el discurso político que se sostiene, la agenda política que se menciona día a día, es la única que existe en el país, cuando México es un país plural que tiene que tener el reconocimiento de todas las fuerzas políticas que actúan en él, si es que queremos avanzar hacia una verdadera democracia.
Así es que los mexicanos tendremos que decidir si vamos hacia la autocracia o vamos hacia la democracia, ojalá todos estemos de acuerdo en que lo que le conviene a México es perseguir la democracia.
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