Vergüenza legislativa

Fue en el año 1997 cuando por primera vez en el México contemporáneo, el partido del presidente perdió la mayoría en el Congreso de la Unión. El entonces presidente Ernesto Zedillo comenzaba a dar pie al cambio democrático que se esperaba, siendo esto la antesala para que tres años más tarde se presentara finalmente la alternancia en el poder.

El partido oficial perdió la mayoría en la Cámara de Diputados, situación que fue fraguando una nueva realidad legislativa, una especie de partidocracia que hasta el día de hoy ha marcado el camino del ejercicio del poder en nuestro país. Lo anterior se traduce en que el presidente ya no controlaba al legislativo, por lo que finalmente los representantes populares eran llamados a cumplir cabalmente su mandato constitucional y no estar a expensas de la voluntad de un solo hombre.

Al menos así fue los últimos veinte años, periodo en el que la democracia mexicana comenzó a madurar y a rendir frutos, sin embargo esto vino a cambiar, o más bien, lo que estamos viendo hoy en día es una verdadera regresión histórica, donde existe de nueva cuenta un partido hegemónico bajo la tutela del hombre que despacha desde Palacio Nacional.

Y es que no está de más señalar lo ocurrido este viernes con los senadores afines al régimen. Quienes en un desplante que pinta de cuerpo entero la falta de respeto a los principios republicanos consagrados en nuestra constitución, sesionaron a puerta cerrada en sede alterna sin contar con la presencia de sus compañeros legisladores de oposición.

Lo anterior bajo pretexto de que la tribuna del Senado había sido tomada por los opositores, situación que también es verdaderamente reprobable y propia de una república bananera, misma que es costumbre heredada de quienes ahora tienen el poder. Basta con recordar la toma de la tribuna en San Lázaro a finales de 2016 para intentar impedir la toma de protesta del presidente electo.

Lo que estamos viendo en nuestro país es indignante, aquí no hay buenos ni malos, son nuestros representantes populares y como ciudadanos debemos de exigirles que se comparten a la altura del cargo que ostentan. A unos que respeten la ley y el proceso legislativo y a los otros que dejen de buscar victimizarse y ejerzan el diálogo para encontrar los acuerdos necesarios en lugar de optar por la táctica fatalista.

Quizás lo que aún no entiende la oposición es que están en el momento histórico indicado para marcar una diferencia, en lugar de estar proponiendo soluciones reales para el país, están distraídos en señalar y criticar. Que cada quien cumpla a cabalidad sus encargos y que entiendan que su responsabilidad y lealtad es hacia México y no hacia sus intereses, partidos y jefes de facción.

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