Violencia contra periodistas
2024 será un año clave en la vida política nacional e internacional. Como sabemos, tendremos elecciones federales y locales en México el 2 de junio, pero también en Estados Unidos el 5 de noviembre. Esto, ya de entrada, anticipa un escenario complejo. A estos países se suman otros, sólo en nuestro continente habrá elecciones generales en El Salvador en febrero, Panamá y República Dominicana en mayo, Uruguay en octubre y Puerto Rico en noviembre. Ante esta coyuntura vale la pena reflexionar sobre el papel de la información y la desinformación. A esta última me referiré en otro momento, por ahora quiero enfocarme en la información y, más específicamente, en la profesión que se especializa en producir información, que es el periodismo.
Tristemente, lejos de darle valor a la profesión y buscar condiciones para que tengamos un periodismo de calidad, en México vemos cómo se vuelve cada vez más peligroso ser periodista. El informe 2022 del Consejo Intergubernamental del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación de la UNESCO señala a México como uno de los países donde más periodistas son asesinados cada año.
Por su parte, la organización Artículo 19, en su informe correspondiente al primer semestre de 2023, documentó 272 agresiones contra periodistas y medios de comunicación, que equivalen a 1 agresión cada 16 horas. Entre estas agresiones hubo tres asesinatos y una desaparición. Estos son los casos más graves, pero hay otros que, aunque no incluyan agresiones físicas, son también críticos. De hecho, la mayor parte de las agresiones registradas corresponden a intimidación y hostigamiento, seguidas por el uso ilegítimo del poder público y las amenazas.
El mismo informe de Artículo 19 señala que la mayor parte de las agresiones contra periodistas y medios de comunicación vienen del Estado, considerando aquí sobre todo a funcionarios públicos y, en menor medida, a fuerzas civiles y fuerzas armadas. Entre las tres suman el 51.47% del total. De ahí siguen las agresiones perpetradas por particulares, con un 17.65%; las que vienen del crimen organizado, con un 11.03%; y otras de las cuales no se tienen elementos para identificar a los perpetradores, con un 13.97%.
Las coberturas periodísticas que implican mayor riesgo son, de acuerdo con este mismo informe, las de corrupción y política. Y aquí es importante regresar al punto con el que empecé este comentario: el próximo año tendremos elecciones federales en México y elecciones locales en 30 de los 32 estados. Eso implica que habrá amplia cobertura sobre el eje que señala Artículo 19 como más peligroso, que es política y corrupción. Obviamente, debemos tomar una perspectiva crítica frente a las líneas editoriales de los medios periodísticos serios, distinguir aquellos que son más bien medios oportunistas orientados a venderse al mejor postor y entender que no toda la información que circula es periodística. Pero no debemos perder de vista que para las y los periodistas que hacen su trabajo con calidad, el tema clave de estos tiempos es ya en sí mismo un riesgo.
Los años nos han enseñado que ni el estado que nos debe cuidar ni los medios que emplean periodistas han tomado en serio la seguridad de estas y estos. Con frecuencia son más bien las redes y asociaciones de periodistas las que buscan acompañarse y dar herramientas para trabajar en entornos adversos. El 2 de noviembre fue el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas. Como otras conmemoraciones, la fecha se estableció en memoria de las víctimas; en este caso, un par de periodistas franceses asesinados en 2013. Diez años después vemos que no sólo no se ha puesto fin a la impunidad, sino que la violencia contra periodistas sigue creciendo.
Exijamos que las instituciones hagan su trabajo, que los Mecanismos de Protección Integral a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas a nivel nacional y estatal mejoren sus dinámicas de atención, que los funcionarios públicos con visibilidad mediática dejen de naturalizar la violencia contra periodistas estigmatizándoles con la etiqueta de “adversarios” y que los medios de comunicación tomen en serio la protección de sus periodistas. Desde nuestro lado como ciudadanía, valoremos el rol del trabajo periodístico. Y quienes trabajamos en la formación de comunicadores y periodistas, recordemos que, como decía la periodista e investigadora María Elena Meneses, “Apostar por el periodismo (pase lo que pase) será siempre una apuesta por la libertad”.
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