Es innegable que la entrada de un nuevo líder a la Casa Blanca provoca ondas que recorren la estructura misma de una nación. Pero cuando el recién llegado es Donald Trump, esas ondas se tornan en maremotos, en una sacudida que atraviesa ideologías, familias y fronteras.
Los puestos fronterizos por tierra han comenzado a registrar flujo de personas que han aprovechado el fin de las cuarentenas para ingresar en el gigante asiático.