¿Han intentado ustedes pagar la cuenta de la luz o el carrito de la compra con felicitaciones de los que ahora salen con la payasada esa de la vuelta solar?
Ahora que se cumplen cuatro años de tu partida, tan prematura, tan incomprensible y, lo peor, tan dolorosa. Extraño porque sigo sin tener ninguna certidumbre, ningún atisbo, ninguna luz sobre a dónde van, si es que van a algún lado, los que dejan este mundo. Los que mueren.
Esta mañana –por pura necesidad de no pensar en el laberinto de antes–, hice un viaje: uno al corazón de la infancia. Fue un viaje a un rincón remoto, deseando tremendamente tener otra vez siete años y parches en los pantalones.