Una reforma sin odios

Hemos pasado ya etapas inéditas en la historia de nuestro país. El pueblo de manera mayoritaria decidió cuál es el rumbo de nuestro país, y en este momento tenemos dos asuntos de interés colectivo. Uno, cómo se va a comportar la asignación de curules de representación proporcional, 200 en la Cámara de Diputados, 32 en la Cámara de Senadores, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral, y por otra parte también, el tema de la reforma al Poder Judicial, pero como dicen los clásicos, empecemos por el principio, ¿qué es la justicia? 

La justicia en un país como el nuestro, un país en una república democrática, representativa, laica, sobre todo representativa, es decir, los comicios designan la voluntad popular a partir de las figuras marcadas en la Constitución. La consulta a plaza abierta, la demoscopia no son instrumentos propios o exactos de la democracia.

¿Qué es la justicia? Sino la justicia está íntimamente ligada a los derechos humanos. Es un conjunto integrado por facultades y por instituciones, un entramado de reglas que constituyen el Estado mexicano para la exigencia de dignidad, de libertad, de igualdad.

Esto tiene que ser así, en la manera en que podamos nosotros entender los derechos como parte de la integración de México en el mundo. Esa integración va a estar dada a partir de la manera en cómo entendamos el sentido de la libertad. Esa libertad está formada por derechos civiles y por derechos políticos que son reconocidos, que son tutelados, pero además que son respetados.

La función es limitar la intervención del poder en todos sus sentidos, en la vida social, en la vida compartida, se caracteriza porque impone al Estado el deber de abstenerse, sí, abstenerse para hacer un conductor de Estado en las características que marca el de los derechos que entraña, precisamente los derechos humanos. La seguridad social para obtener satisfacciones de los derechos económicos, sociales, culturales, el derecho al trabajo, las condiciones equitativas y satisfactorias, el derecho a formar agrupaciones, partidos políticos, sindicatos, organismos de la sociedad civil, para la defensa de los intereses, y ese es un derecho que todas las y los ciudadanos tenemos, derecho de un nivel de vida adecuado, que asegure que la persona y su familia tengan salud, alimentación, vestido, vivienda, es decir, traducida en políticas públicas que vayan a resolver los grandes problemas de la nación, el derecho a la salud física y mental, el derecho a entender la moral y la ética en la que la prudencia pública resalta en la toma de decisiones, de quiénes son elegidos por la voluntad popular. 

Y entre ellos destaca, sin duda, la educación, la educación como obligatoria y gratuita que señala nuestra Constitución, los derechos dedicados al pueblo y a la búsqueda de su bienestar medio ambiental de su país, y de su país en el mundo.

Buscar un modelo de Estado en que los estados sean solidarios unos con otros, vivir en una sociedad en paz, y desenvolvernos en un ambiente que no esté contaminado. Esa es la justicia, no le demos vueltas, la justicia necesita profesionales para desempeñarse, y sí es cierto, una reforma siempre es bienvenida, siempre y cuando no lleve rencores, no lleve odios y no lleve jiribilla en su construcción. Las mayorías no deben comportarse de manera despótica, y ellos lo saben, porque se sienten marxistas. Saben que el despotismo fue la primera lucha del marxismo contra el poder.

Sí, habrá que tener a los mejores jueces, para eso sirve la norma, no para restregar todo el día en la cara, situaciones que van más allá de la realidad.

Las ideas aquí expresadas pertenecen solo a su autor, binoticias.com las incluye en apoyo a la libertad de expresión.

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Ignacio Ruelas Olvera
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