En el escenario político actual, la relación entre México y Estados Unidos parece estar guiada más por los egos y las percepciones de sus líderes que por los intereses genuinos de sus pueblos. Claudia Sheinbaum y Donald Trump.
Es innegable que la entrada de un nuevo líder a la Casa Blanca provoca ondas que recorren la estructura misma de una nación. Pero cuando el recién llegado es Donald Trump, esas ondas se tornan en maremotos, en una sacudida que atraviesa ideologías, familias y fronteras.
Por segunda vez ha sembrado el temor en México por los temas de la relación bilateral, de la migración, y del efecto económico que nuestro país tendrá que asumir.
¿Qué haría el gobierno de México si a Trump se le ocurriera invadir Sinaloa o Jalisco para “ir por los hombres malos”? Nuestros sueños se convertirían en pesadilla.
Muchos de los que hemos visto los discursos nos preguntamos quién tendrá más tablas, quién será más líder, Michelle o Barack. A reserva de comentar el extraordinario discurso de Barack, podemos decir que empatan. Michelle en momentos hizo temblar y rugir al auditorio, Barack hizo llorar de emoción a miles de mujeres sensibles a su profunda humanidad.
A mes y medio de las elecciones presidenciales, quienes imaginamos una competencia más reñida, tenemos el ánimo un poco maltrecho por lo que sucedió y por lo que puede venir.