Replantear los debates electorales
Dicen que los debates electorales no ganan elecciones, pues no impactan significativamente en las preferencias. No obstante, la reforma político-electoral de 2014 asignó a las autoridades electorales la obligación de promover encuentros televisados entre dos o más candidaturas a todos los cargos de elección, con la finalidad de fomentar la conversación pública y el voto informado.
Haber delegado su organización al Instituto Nacional Electoral y a los institutos electorales estatales, y no a concesionarias de radio y televisión, fue una decisión que obedeció a la demanda de las y los actores políticos de un espacio neutral, alejado de intereses privados. Además de los recursos que implica la logística de un espectáculo televisivo, esta exigencia de “cancha pareja” impone reglas que garanticen certeza, legalidad, imparcialidad, objetividad y máxima publicidad; principios que condicionan el acomodo de las candidaturas en el estudio, el orden en que intervienen, su tiempo a cuadro, el derecho de réplica y una moderación que, en todo momento, ofrezca un trato justo e igualitario. Todo esto procurando un formato atractivo e innovador que privilegie la confrontación de ideas y, además, en consenso con los partidos.
No obstante, para algunos estrategas políticos, los debates electorales no son más que “dinero tirado a la basura” (Expansión, 2024) pues son costosos y no ayudan a ganar elecciones, creencia que probablemente explique el importante ausentismo de las candidaturas a los ejercicios deliberativos, especialmente para cargos locales cuya participación es, en la mayoría de los casos, voluntaria. Aunque no sea esta una premisa errónea, la importancia de los debates no debe ser entendida desde una lógica utilitaria como si se tratara de instrumentos de campaña que tendrían que ser funcionales a las candidaturas y a sus intereses, ya que su verdadera vocación es permitir que el electorado les conozca y ejerza su voto de forma libre, consciente y razonada. Por ende, cuando las candidaturas deciden no asistir a un debate, no es a la autoridad electoral a la que desairan, sino a quienes aspiran a representar y a su derecho a informarse.
En opinión de quien escribe, el desinterés hacia el diálogo y la deliberación, nos coloca frente a la disyuntiva de continuar imponiendo a las autoridades electorales la organización de debates a donde las candidaturas no están obligadas a asistir, o bien, que su participación se vuelva obligatoria en correspondencia y como respuesta a una sociedad cada vez más politizada, desafiante y crítica. Una discusión pendiente en el Legislativo a diez años de la incorporación a la lista de atribuciones de las instituciones electorales, ya que las sillas vacías en los debates es lo que en realidad se traduce en un desperdicio de tiempo, recursos y esfuerzo.
Cito a Julio Juárez Gamiz: “Si pensamos que frente al televisor se encuentra una masa irreflexiva, es muy probable que consideremos a los debates electorales como una herramienta más de trivialización del discurso político. En cambio, si asumimos que esa misma audiencia está compuesta por personas críticas y capaces de dar un significado a lo dicho y presentado en el transcurso de un debate, consideraremos a estos programas como elementos necesarios para la deliberación y oferta de información que la sociedad necesita para tomar una decisión responsable desde el plano mediático” (2021).
El pasado viernes, el Instituto Estatal Electoral concluyó la temporada de debates de la mano de Radio y Televisión de Aguascalientes. En las tres últimas semanas, un equipo comprometido, responsable y sumamente profesional entregó su empeño y sus tardes a cambio de que cada ejercicio democrático entre candidaturas se desarrollara lo mejor posible: se organizaron 30, se concretaron 27 entre aspirantes a Diputaciones Locales y Presidencias Municipales. Cada persona que haya visto el debate de su distrito y municipio, vale el esfuerzo. Desde la presidencia de la Comisión Temporal de Debates, no tengo sino palabras de agradecimiento a todas las personas involucradas, entre quienes por supuesto te encuentras Dulce Rodríguez y a todas y todos los periodistas por hacer posible encuentros interesantes y balanceados. Ahora, es momento de utilizar la información y reflexionar nuestro voto.
Referencias
-Juarez Gamiz, J. (2021) Los debates electorales en la democracia contemporánea. Apuntes para analizar su presencia, función y evolución en las campañas. Instituto Nacional Electoral. P.29
-Expansión (2024) ¿Cuánto influyen realmente los debates presidenciales en las elecciones?
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