En algún lugar del pasado se nos escapó la idea de que, más que dominar, el poder debería levantarnos. Pero ahí está, desgarrado, inclinado en una extraña pirámide que desfigura su esencia.
La diferencia entre el poder constituyente y los constituidos, nos lleva a la supremacía constitucional, que es elegir el fundamento del Estado Social Democrático de Derecho.